Titulo de la obra: La celestina
Autor de la obra: Fernando de Rojas
La obra nos cuenta la historia de amor de una pareja que consiguió estar unidos gracias a una alcahueta.
todo ocurre cuando un chico llamado Calisto se declara a Melibea y cuando ella lo rechaza él se fue a buscar a una celestina para que le ayudase,la celestina a través de una invocación al demonio empieza la conquista de Melibea y después se acerca a ella y de este modo hablarle bien de Calisto, una vez conseguido calisto una noche fue a ver a Melibea visitandola por la ventana
pero derrepente por un susto calisto cae y muere, Melibea no pudo soportar la perdida y se suicida.
-Obra parte final:
CALISTO.- Jamás querría, señora, que amaneciese, según la gloria y descanso que mi sentido recibe de la noble conversación de tus delicados miembros.
MELIBEA.- Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano; tú, señor, el que me haces con tu visitación incomparable merced.
SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a asombrar a los que no os temen? ¡Pues yo juro que si esperarais, que yo os hiciera ir como merecíais!
CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a valerle, no le maten, que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa, que está debajo de ti.
MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar.
CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen corazas y capacete y cobardía.
SOSIA.- ¿Aún tornáis? Esperadme, quizá venís por lana.
CALISTO.- Déjame, por Dios, señora, que puesta está el escala.
MELIBEA.- ¡Oh desdichada yo!, y, ¿cómo vas tan recio y con tanta prisa y desarmado a meterte entre quien no conoces? ¡Lucrecia, ven presto acá, que es ido Calisto a un ruido! Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá.
TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes, que idos son; que no era sino Traso el cojo y otros bellacos que pasaban voceando, que se torna Sosia. Tente, tente, señor, con las manos al escala.
CALISTO.- ¡Oh, muchas gracias!
TRISTÁN.- ¡Menos mal que no cayó!
SOSIA.- ¡Señor, señor! ¡Qué dicha!
LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha! ¡Qué milagro!
MELIBEA.- Encantada estoy de que no hayas caído, entra no quiero que sufras una accidente.